Diabetes Gestacional

 

¿Qué es la diabetes gestacional?

La diabetes gestacional es aquella que aparece por primera vez durante el embarazo y afecta a mujeres que anteriormente no habían presentado diabetes. Como ocurre en otros tipos de diabetes, se caracteriza por presentar niveles elevados de glucosa en sangre. La glucosa es una forma de azúcar que obtenemos a partir de alimentos que suelen tener un sabor dulce como las galletas, la bollería o incluso la fruta y que las células de nuestro organismo utilizan como fuente de energía para su funcionamiento. 

Para que las células puedan disponer de la glucosa es necesario que haya insulina en el organismo, que actúa como llave de paso para que la glucosa salga de la sangre y entre en las células. Si no hay suficiente insulina, la glucosa se acumula en el torrente sanguíneo y se produce ese aumento de glucosa característico de las diabetes. 

La insulina es una hormona que se produce en el páncreas y, en situaciones normales, al ingerir alimentos que aumentan el nivel de glucosa en sangre, el páncreas sintetiza más insulina para captar la glucosa de la sangre y que pueda ser utilizada por las células. Además, cuando se ingiere más glucosa de la que necesitamos para producir energía, la glucosa puede transformarse en glucógeno y almacenarse en el hígado o en el músculo para ser utilizado como fuente de energía cuando nuestro organismo tenga una demanda de energía más alta. Como resultado de todo este proceso, los niveles de glucosa en sangre se restablecen. 

Aunque la causa exacta de este tipo de diabetes no se conoce del todo bien, existen evidencias de que son las propias hormonas que se producen durante el embarazo (esenciales para el desarrollo del bebé) las que pueden dificultar la acción de la insulina en nuestro organismo, creando cierta resistencia a la insulina. En respuesta a esta resistencia, la mayoría de las mujeres embarazadas producen de manera natural más cantidad de insulina, alcanzando un nivel suficiente para poder tener unos niveles adecuados regular de manera adecuada su nivel de glucosa en sangre, sin embargo, en algunas ocasiones el organismo no produce suficiente insulina para compensar dicha resistencia y entonces aparece la diabetes gestacional. 

Generalmente, la diabetes gestacional no produce síntomas, pero algunas mujeres experimentan sed o necesidad de orinar con mayor frecuencia. 

Riesgos y diagnóstico de la diabetes gestacional:

Se calcula que la diabetes gestacional afecta al 3-18% de las mujeres embarazadas. Por lo general, la prueba de la diabetes gestacional se realiza de forma rutinaria a todas las embarazadas en el segundo trimestre, entre las semanas 24 y 28. Sin embargo, si existe algún factor de riesgo, el médico puede considerar que existe mayor riesgo de desarrollar diabetes gestacional y adelantar la prueba al primer trimestre.  

Algunos factores de riesgo de diabetes gestacional indicados por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) son: 

·         Edad superior a 35 años

·         Tener sobrepeso u obesidad antes del embarazo 

·         Familiar de primer grado con diabetes o antecedentes familiares de resistencia a la insulina 

·         Historia personal de intolerancia a los hidratos de carbono

·         Multiparidad 

·         Haber presentado diabetes gestacional en un embarazo anterior

·         Presentar síndrome de ovarios poliquísticos

Para la detección de la diabetes gestacional, generalmente, se realiza una prueba conocida como Test de O’Sullivan. Consiste en la ingesta de una solución con una medida exacta de glucosa y la medición de los niveles de glucosa en sangre pasada una hora. 

Si el resultado de esta prueba es un nivel elevado de glucosa en sangre, se realiza otra prueba que se denomina test de tolerancia a la glucosa, con el que se diagnosticará la diabetes gestacional.

 

¿Qué ocurre si me diagnostican diabetes gestacional? Complicaciones y recomendaciones

Tener diabetes gestacional y no controlarla puede suponer una serie de riesgos tanto para la madre como para el bebé. 

La glucosa circula tanto por la sangre materna como la del feto y es elevada en ambos. El páncreas del bebé también hace un sobreesfuerzo para producir una mayor cantidad de insulina, lo cual puede tener consecuencias negativas para el futuro bebé como: 

Puede causar el desarrollo de bebés macrosómicos (bebés más grandes de lo habitual), lo que aumenta el riesgo de partos con complicaciones.

Puede dar lugar a un nacimiento prematuro natural o que tu médico programe el parto antes de tiempo para evitar complicaciones si el tamaño del bebé es muy grande.

Poco después del nacimiento los bebés pueden sufrir una bajada del nivel de glucosa en sangre, lo que se denomina hipoglucemia.

En el futuro, los niños tienen más riesgo de presentar obesidad y diabetes tipo 2. 

En cuanto a la madre: 

Aumenta su riesgo de presentar preeclampsia, que es una enfermedad en la que aumenta la presión arterial aparte de otras complicaciones y puede agravarse, poniendo en riesgo tanto la vida de la madre como la del feto. 

Es más probable que la madre en otro embarazo padezca diabetes gestacional e incluso diabetes tipo 2 a lo largo de la vida. Aunque la diabetes en la mayoría de los casos suele desaparecer tras el parto, se realiza una prueba para comprobarlo a las 6-12 semanas tras dar a luz y se recomienda que las mujeres controlen su nivel de azúcar cada 1 o 3 años a lo largo de su vida. 

Aumenta las probabilidades de la necesidad de una cesárea, lo que hace que la madre requiera más tiempo para recuperarse del parto. 

Aunque en el momento del embarazo cualquier complicación puede preocuparnos, existen diferentes medidas que se pueden llevar a cabo para controlar la diabetes gestacional y, en el caso de que estas medidas no funcionen, existen tratamientos farmacológicos para controlar los niveles de glucosa en sangre. 

En aquellos casos en los que se haya diagnosticado una diabetes gestacional, es importante realizar unas revisiones de control y seguir todas las pautas indicadas por el ginecólogo y nutricionista.

 



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