Disfunción sexual femenina


¿Qué es?

La disfunción sexual femenina es un trastorno que se produce cuando hay un cambio significativo en el comportamiento sexual habitual de la mujer. 
Disminuyen o incluso desaparecen los pensamientos y fantasías sexuales y se posponen o se evitan las relaciones.
Además, existe una incapacidad para disfrutar del coito y esto afecta a la calidad de vida y a las relaciones personales. En general, las cuatro áreas en las cuales las mujeres tienen dificultades son: el deseo, la excitación, el orgasmo y el dolor asociado al coito.
Muchas mujeres tienen problemas con la función sexual en algún momento, y algunas los sufren durante toda la vida. La disfunción sexual femenina puede ocurrir en cualquier momento de la vida. Puede ocurrir solamente en ciertas situaciones sexuales o en todas ellas.
La respuesta sexual implica una combinación compleja de fisiología, emociones, experiencias, creencias, estilos de vida y relaciones. La alteración de cualquiera de estos componentes puede afectar el deseo sexual, la excitación o la satisfacción, y el tratamiento a menudo incluye más de un enfoque.

Síntomas
Los síntomas pueden variar según del tipo de disfunción sexual que se experimente:

Poco deseo sexual. Este es el tipo más común de disfunción sexual femenina, que comprende una falta de interés sexual o disposición sexual.
Trastorno de excitación sexual. Puede ser que el deseo sexual esté intacto, pero que tengas dificultades con la excitación o no puedas excitarte o mantener la excitación durante las relaciones sexuales.
Trastorno orgásmico. Tienes dificultades continuas o recurrentes para alcanzar el orgasmo luego de suficiente excitación sexual o estimulación continua.
Trastorno de dolor sexual. Tienes dolores relacionados con la estimulación sexual o el contacto vaginal.

Causas
Los problemas sexuales a menudo se desarrollan cuando hay una fluctuación hormonal, después de tener un bebé o durante la menopausia. Las enfermedades graves como el cáncer, la diabetes o la enfermedad cardíaca o de los vasos sanguíneos (cardiovascular) también pueden contribuir al desarrollo de la disfunción sexual.
Los siguientes son factores que suelen interrelacionarse y que contribuyen a la falta de satisfacción o la disfunción sexual:

Físicos. Existen varios trastornos médicos, que incluyen el cáncer, la disfunción renal, la esclerosis múltiple, la enfermedad cardíaca y los problemas de la vejiga, que pueden provocar la disfunción sexual. Algunos medicamentos (como antidepresivos, medicamentos para la presión arterial, antihistamínicos y quimioterapia) pueden disminuir el deseo sexual y la capacidad del cuerpo para experimentar el orgasmo.

Hormonales. Los niveles inferiores de estrógeno que hay después de la menopausia pueden provocar cambios en los tejidos genitales y la respuesta sexual. La disminución del estrógeno reduce la circulación sanguínea a la región pélvica, lo que puede disminuir la sensación en los genitales y hacer necesario que pase más tiempo para alcanzar la excitación y el orgasmo.
El recubrimiento vaginal también se afina y se hace menos elástico, en especial si no eres sexualmente activa. Estos factores pueden causar dolor durante las relaciones sexuales (dispareunia). El deseo sexual también disminuye cuando se reducen los niveles hormonales.
Los niveles hormonales del cuerpo también varían después de dar a luz y durante la lactancia, lo que puede provocar sequedad vaginal y afectar la libido.

Psicológicos y sociales. La ansiedad o la depresión sin tratamiento pueden provocar o contribuir a la disfunción sexual, al igual que el estrés a largo plazo o los antecedentes de abuso sexual. Las preocupaciones del embarazo y las exigencias de la maternidad reciente también pueden tener efectos similares.
Los conflictos duraderos con la pareja (sobre el sexo u otros aspectos de la relación) también pueden disminuir la respuesta sexual. Asimismo, los problemas culturales y religiosos, y los conflictos con la imagen corporal también contribuyen.

Factores de riesgo
  • Existen algunos factores que pueden aumentar el riesgo de tener disfunción sexual:
  • Depresión o ansiedad.
  • Enfermedad cardíaca y de los vasos sanguíneos.
  • Trastornos neurológicos, como una lesión de la médula espinal o esclerosis múltiple.
  • Trastornos ginecológicos, como atrofia vulvovaginal, infecciones o liquen escleroso.
  • Ciertos medicamentos, como los antidepresivos o los medicamentos para presión arterial alta.
  • Estrés emocional o psicológico, en especial con respecto a la relación con la pareja.
  • Antecedentes de abuso sexual.

Prevención
No existen formas concretas de prevenir la disfunción sexual femenina pero, en algunas mujeres, perder peso, dejar de fumar o dormir suficiente puede ayudar a aumentar el bienestar y el interés por las relaciones sexuales.
También es posible que el aumento de la autoestima y la aceptación del cuerpo tal y como es puedan ser de ayuda para evitar posibles problemas en el ámbito sexual. 

Tratamiento
Debido a que la disfunción sexual femenina tiene muchos síntomas y causas posibles, el tratamiento varía. Es importante que hables sobre tus preocupaciones, que entiendas tu cuerpo y su respuesta sexual normal. Asimismo, los objetivos que tengas para tu vida sexual son importantes para elegir un tratamiento y evaluar si es eficaz para ti.
Las mujeres que tienen problemas sexuales la mayoría de las veces se benefician de un enfoque de tratamiento combinado que aborde los problemas médicos, así como aquellos emocionales y de relación de pareja.




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